Extracto TdP La Costa de la Utopía (01/09/2002)

https://elpais.com/diario/2002/09/01/opinion/1030831207_850215.html

"La noción de intelligentsia nació en Rusia, en el siglo XIX, para designar a una generación de intelectuales comprometidos con la modernización de su país y convencidos de que ella se llevaría a cabo a través de ciertas ideas provenientes de la filosofía, la literatura y la historia que, así como habían sacado a Europa occidental del oscurantismo, el despotismo y el atraso, en Rusia pondrían fin a la servidumbre del campesinado, el autoritarismo de los zares y la falta de justicia y libertad. Dos libros, entre otros, han descrito la odisea intelectual y las vidas trágico-heroicas de la intelligentsia rusa decimonónica, Russian Thinkers, de Isaías Berlin, y The Romantic Exiles, de E. H. Carr, y es una suerte para el teatro contemporáneo que el dramaturgo inglés Tom Stoppard los leyera, pues de este encuentro ha resultado la trilogía épica La Costa de la Utopía (nueve horas de duración y más de cuarenta personajes), que se representa ahora en el National Theatre, de Londres, en una soberbia puesta en escena de Trevor Nunn […] El teatro es un arte de composición y de colaboraciones múltiples. El texto dramático más admirable -éste lo es, como pocos de los últimos años- puede quedar convertido en una birria por culpa de un montaje torpe y unos actores inadecuados. La puesta en escena de Trevor Nunn, los decorados y vestuario de William Dudley, y la actuación del elenco (sobre todo las de Stephen Dillane en el papel de Herzen y de Will Keen en el de Belinski) son tan ricos y sacan tanto partido de La Costa de la Utopía que las nueve horas del espectáculo literalmente pasan como un fuego fatuo. El embeleso y la hechicería son tan poderosos que, después de vivir la experiencia, cuesta trabajo decidir dónde está uno, cuál es la verdadera realidad que pisa, si la del Londres lluvioso en cuyo cielo pestañean unos irreales avisos fluorescentes y una muchedumbre de fantasmas con paraguas y sin caras se pasea a las orillas de un Támesis invisible, o la atronadora y fascinante que martillea aún en la memoria -en los oídos y las pestañas-, de esos seres soliviantados por la urgencia de cambiar la historia que sueñan, discuten, sufren, pelean y deliran en un mundo exultante donde las pasiones y las ideas tienen furia, música y color".