Extracto TdP Agua sin pan (22/08/1999). https://elpais.com/diario/1999/08/22/opinion/935272807_850215.html


"En el verano de Marbella, cuando, procedentes de todo el mundo, millares de turistas caen sobre este pedazo de la Costa del Sol decididos a cometer todos los excesos y desafueros que el bolsillo es capaz de pagar y el cuerpo de resistir -drogas, sexo, alcohol, juego, deportes, gula, música y hasta homeopatía- un centenar de pervertidos trepa una de las boscosas faldas de La Concha, para sepultarse por dos o tres semanas en la Clínica Buchinger, a ayunar. Yo soy uno de ellos. Lo hago hace catorce años y lo seguiré haciendo hasta que me muera o la Clínica cierre sus puertas a los escritores (por culpa de Manuel Vázquez Montalbán pudo ocurrir). El resultado de ello es que mi idea de Marbella es, por decir lo menos, irreal: un tranquilo retiro de costumbres monacales, donde se bebe mucha agua, se hace ejercicio, se acuesta uno temprano y se levanta al alba, y donde ni siquiera con el pensamiento resulta cómodo pecar. En las mañanas, a la hora en que el ómnibus de la Clínica lleva a los "pacientes" -así se nos llama, pero sería más adecuado voluntarios, catecúmenos o espíritus- al paseo por la playa con que se inicia el día, desde la ventanilla suelo divisar las lánguidas y bostezantes siluetas que vomitan las discotecas del Marbella Club o El Puente Romano y mi fantasía se caldea tratando de adivinar las interesantísimas cosas que deben pasar en los antros nocturnos marbelleros, y que yo me pierdo, entregado como estoy a la purificación corporal (o sea: despachar botella tras botella de Solan de Cabras, sudar la gota gorda y hacer la pila)".